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#AhoraSuena:

Tengo una gripe tremenda; una que no me deja leer más de diez minutos seguidos debido al dolor de cabeza. Tengo el cuerpo cortado, los ojos llorosos y una congestión nasal que me hace hablar como árabe. Comentando esto con mi jefe -y gran amigo- Felipe, me dijo que la mejor cura para ese mal es “Un té bien caliente, echarse en la cama, una mala película y ¡A dormir se ha dicho!”. Yo, que soy cinéfila –y Grinch, además- no tengo malas películas en DVD así que decidí prender la televisión; seguramente ahí estarían pasando algún bodrio de quinta clase que me transportaría al reino de los sueños en un santiamén.

Haciendo el famoso zapping entre los canales de cine, doy con Zoolander. Una película de chorradas anglosajonas y de humor chapucero típico en la mancuerna Stiller-Willson, en donde sacarse los calzoncillos con una mano forma parte del running gag de sus producciones. En fin, yo no estoy aquí para criticar la película. El punto es que mientras disfrutaba de la fórmula que me había recomendado mi jefe, la película es interrumpida abruptamente por un “intermedio” en donde el primer spot comercial que pasan es el de Pedigree; esa marca tan popular y reconocida de alimento para perros.

¡Santo Francisco de Asís! ¡San Perro, llévame! Aún no salgo de mi asombro. No puedo creer lo que vi. Les cuento. El spot de dicha marca,  promocionaba un nuevo producto -nuggets, si mal no recuerdo- cuyo mayor beneficio es que hace que tu perro tenga una mejor digestión. No habría pasado de ser un comercial más si no fuera porque al final, los creativos decidieron ilustrar de manera categórica su producción mostrando en vivo los efectos del producto: Tres trozos de mierda bien compactos (por favor no pregunten por qué recuerdo con exactitud la cantidad), que luego son puestos diligentemente en un recogedor azul.

Lo sé. Apuesto que si aún no han visto el comercial, no me lo creen pues es sabido por todos que, en publicidad, mostrar cualquier fluido, corpúsculo o sustancia orgánica que provenga de un ser vivo, es prácticamente un tabú. Por eso en los comerciales de toallas sanitarias las mujeres menstruamos un líquido transparente de color azul. Por eso en los spots de Pampers Sensitive, la caca de los bebés es un gel celeste también. ¡Pero claro! Siempre hay alguien que decide ser arriesgado y cagarse (literal) en los paradigmas. Lo que tenemos aquí es un grupo de creativos que decidieron mandar las formas convencionales al carajo y mostrar las cosas como son. Porque bien podrían haber puesto tres cilindros de color azul para seguir con los lineamientos, pero no, optaron por el realismo. ¡Viva México! ¿Y qué tal si ponemos caca de verdad? Mostremos unos cuantos trozos en un jardín y hacemos que alguien los recoja con una escoba y un recogedor, y que se vea bien que no dejan ningún rastro. Y el cliente pensará “¡Caramba, yo quiero que mi perro cague así! Iré de inmediato por una bolsa de Pedigree”.

De cualquier forma, espero que los responsables reciban el reconocimiento que se merecen y que los pongan de patitas en la calle. ¿No les da pena? A mí y a mi perro sí.


 por Mónica Calero: @des_atinada


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